Si el arte fuese primero terapéutico antes que arte sería psicodrama y no teatro, musicoterapia y no melodías, acordes y notas, sería estrategia pedagógico-didáctica y no contenido en si.
No se cuántas cosas pueda ser el arte... pero si qué es primero: acción para otr@s. El arte es primero un objeto con sus propias reglas internas que, en el mundo fenomenológico, se desprende del sujeto que le dio origen. ¿Por qué? porque el arte es siempre un objeto en movimiento, una inspiración que se expira, que se escapa hacia afuera -sin considerar la inspiración como una "iluminación" sino como un movimiento necesario y simple de viaje "desde afuera"-"hacia adentro", pero movimiento que ahoga y atraganta si no vuelve "desde adentro" siempre "hacia afuera"-.
Si creyéramos que el arte es primero terapéutico crearíamos objetos que serían "un medio para..." y no un fin en sí mismos. Tendríamos un arte eternamente deudor de nosotros mismos, de nuestro pequeño y torpe ego. Y la tarea sería constantemente una frustración: nunca podríamos comunicarnos nada nuevo siquiera a nosotros mismo, porque volveríamos una y otra vez (al igual que en la terapia) sobre los mismos temas, sobre las mismas piedras, sobre los mismos significantes que ya conocemos su significado.
En cambio, si logramos "soltar" el arte y pensarlo siempre hacia afuera abrimos la posibilidad de lo nuevo. Y quizás sea eso lo terapéutico: darnos la posibilidad de generar nuevos significantes -para nosotros y para otros, para ampliar el horizonte simbólico de tod@s-. Porque ya no necesitamos (aunque nos condenemos una y otra vez a ellos) entender los significados de los significantes (piedras) a los que volvemos una y otra y otra vez. Sino que necesitamos ampliar nuestro horizonte, expandirnos produciendo nuevos significantes (y por lo tanto nuevos significados) que vayan imprimiendo, de a poco, más luz en nuestro (y de otr@s) universo simbólico.
Porque la única forma que tenemos de acceder a esta realidad incomprensible es comprenderla dentro de nuestro bagaje simbólico. Y ya que hay palabras, sensaciones, metáforas, vivencias, de las que nunca -por suerte quizás- podremos desprendernos quizás lo expansivo, liberador y sanador de los procesos creativos esté en introducir en nuestra (y de otr@s) bolsa simbólica nuevos significantes y significados que le den un nuevo (o más parecido a lo que soñamos) sentido a la Vida.
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